Puebla: medalla olímpica con linaje japonés

*Hace 40 años, México conquistó un sitio en el podio del velódromo en Los Ángeles 1984 con un ciclista poblano Manuel Youshimatz con un pasado en el país del Sol Naciente.

Katya López Cedillo

Puebla, Pue.- Esta es la historia de una medalla olímpica mexicana con raíces japonesas, una presea casi inaudita que pocos habrían creído posible: bronce en el ciclismo de pista que ganó el poblano Manuel Youshimatz.

Hace 40 años, la ciudad de Los Ángeles, California, recibió los Juegos Olímpicos de 1984, una justa cubiertos de hostilidad, en medio de la Guerra Fría entre el capitalismo y el socialismo y al ser Estados Unidos el líder del primer esquema sociopolítico, la ex Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y otros países con la misma estructura renunciaron a competir en los Juegos angelinos.

En aquel verano, el velódromo de la Universidad de California, en Carson recibió a 44 ciclistas de 25 países para competir en la carrera por puntos, que debutó en la justa. La final se realizó el 3 de agosto y solo 24 pedalistas accedieron a la final del evento; de ellos Youshimatz Sotomayor fue el único mexicano, en busca de una presea.

Mientras el belga Roger Ilegems se llevó el oro al sumar 37 unidades, el germano, de la Alemania Federal Uwe Messerschmidt se quedó la plata con 15 puntos; mientras el pequeño Manuel Yoshimatz de México se quedó el bronce, al acumular 29 bonificaciones, pero cerró una vuelta detrás del Campeón y por ese lapso adicional se le dio el bronce.

Al bajar del podio fue que Youshimatz Sotomayor conoció la historia detrás de su ascendencia familiar; una historia que encontró justo en Los Ángeles, California una nueva ruta para reinventar su camino y que tenía origen en el País del Sol Naciente.

A finales del Siglo XIX, inició en Japón la restauración Meiji: un proceso que quitó privilegios a la aristocracia, en medio de violentos levantamientos sociales y por ello, una familia de un alto linaje decidió sacrificarse pero sacar de la isla a su único hijo, para continuar con el legado familiar. A un trabajador de la familia le pidieron que protegiera al pequeño, mientras viajaban juntos en barco hasta el otro lado del mundo, en Estados Unidos.

Al llegar a Los Ángeles, el mozo vendió al pequeño a un circo y el circo comenzó una gira hacia México. El pequeño que creció entre animales, payasos y malabaristas, decidió quedarse en Puebla, cambiar su nombre a “Alfredo” y adaptar su apellido al español “Youshimatz”.

Alfredo Youshimatz creció en Puebla y al saber del inicio de la Revolución Mexicana, se sumó al Ejército Liberal, al que apoyó con el resguardo de parque o la impresión de información para difundir los avances de su grupo, en la zona sur y centro del país e incluso hasta combatir. Al culminar el movimiento, se le reconoció con honores.

Uno de sus hijos se apasionó por el ciclismo y este a su vez le heredó el gusto a sus hijos por el pedaleo y destacaron entre los mejores de México.

Más de 100 años después de que aquel niño japonés vendido en Los Ángeles, California, Manuel Youshimatz regresó a esa ciudad, subió al podio olímpico y escribió una nueva historia en la familia Mexico-japonesa.

 

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